¿Por qué al "Jefe Diego" no le funciona calificar de "Tartufo" a AMLO?
El problema del bajo impacto que el apodo ha logrado, surge de que la gente no lee, casi no va al teatro; y mucho menos lee o ve obras teatrales de autores clásicos. Así que a casi nadie le dice nada el nombre de Tartufo.
Tartufo es un personaje creado por Molière en el siglo XVII, en la obra Tartufo o el impostor (Le Tartuffe ou l'Imposteur) una comedia donde el dramaturgo se burla de la hipocresía.
El personaje fue originalmente un sacerdote, pero debido a las reacciones negativas del clero hacia Molière, cambió hacia un bufón y falso devoto, un hipócrita manipulador con deseo de poder. Se vale del enredo para lograr sus objetivos.
Después de poco más de 300 años el personaje sigue vigente. Pero hay que traerlo al imaginario colectivo para que tenga presencia conceptual y entonces sí, logre el sentido que Diego Fernandez de Cevallos quiere dar al transferir los rasgos bufonescos, manipuladores e hipócritas de Tartufo a AMLO.
Como no existe el contexto semántico, pocos lo entienden. La mayoría, por el contrario, lo percibe como un arcaísmo, o como algo fuera de moda, viejo. Y eso hace resonancia en la imagen que el Jefe proyecta hoy, un político viejo, de la vieja guardia, con palabras viejas.
Quiere hablar a los jóvenes, como lo hizo en sus mejores tiempos de campaña, pero no hace click. Es el abuelo sentado en el reposet dando consejos de vida a los nietos que lo miran como algo más del inventario de la casa.
Con todo respeto para el jefe Diego, la fórmula funciona en muy pocas personas. La estrategia de vocero que la oposición deposita en él está lejos de cautivar a una audiencia nueva. Queda sólo para los de casa y maduros, que le dan su lugar, pero no suman mucho más.
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